martes

El Espejo (parte II)

por Valentín García.

Extendió una mano y toco una pared. Aquel simple contacto le hizo renacer; el sentir algo solidó le dio nuevos ánimos. Por un momento desapareció la angustia de la ceguera, al proporcionarle una referencia tangible. Frenéticamente extendió los brazos buscando el consuelo de algún otro contacto. Con las dos manos en la pared, tratando de no perder su apoyo, aferrándose a ella como un naufrago, avanzo lateralmente. Ignoraba en que lugar de la casa estaba, solo sentía el frió de la negrura, de la oscuridad, del espacio vació, de la opresión de la nada. De pronto perdió el apoyo de la pared y sintió que caía,… caía,… Siguio cayendo rodeado de sombras aun mas negras que la propia oscuridad, hasta que su cuerpo choco contra una potentísima y ensordecedora luz. El choque fue brutal. Para su sorpresa solo sintió un latigazo en el cerebro,…..y de nuevo, la oscuridad y el silencio se apoderaron del entorno.

Enseguida supo que algo había cambiado. Seguía sin ver nada, pero comprendió que el lugar era distinto, que se encontraba flotando en un espacio sin fin, intangible, sin reglas físicas. Ya no sentía miedo, el temor había dado paso a la incertidumbre, a un estado de expectación. Hacia frió y sentía como ese frió había penetrado en su interior, en su corazón, en el alma.

Algo se movía; un leve resplandor girada a su alrededor. Era lo más parecido a un espejo que giraba en turno suyo. Los giros se fueron haciendo cada vez más cerrados y opresivos, hasta que de forma súbita cesaron y se encontró dentro del espejo.

Perplejo intento salir, recobrar su espacio tridimensional, escapar de aquel plano agónico, sin sentido, irreal, pero una fuerza invisible se lo impedía. Podía moverse, respirar, pero no avanzar. Se concentro buscando una forma de salir de aquel plano intemporal que le mantenía prisionero, pero sus esfuerzos se estrellaban siempre contra lo imposible que le retenía. Tuvo la sensación de que el tiempo se había detenido, que nada contaba en aquella asimetría absurda, enloquecedora.

El conductor abrió los ojos justo a tiempo de ver como un enorme camión con las luces encendías que le cegaban, y la bocina atronando el espacio, se le echaba encima. Con un violento volantazo consiguió escapar por milímetros del golpe frontal, mortal de necesidad; no obstante no pudo impedir un ligero golpe en la aleta izquierda del vehiculo que le hizo dar dos giros violentos sobre si mismo que lo desplazo fuera de la carretera.

A duras penas, se hizo con el control del coche, y cuando lo consiguió, busco el arcen de descanso, y aparco, apagando el motor.

¡Por Dios que había estado cerca! El corazón aun le latía de forma alocada. ¡Había sido un milagro salir ileso!. Aun no se explicaba lo sucedido. Había cerrado los ojos solo un instante, unas décimas de segundo.

Respiro profundamente durante unos instantes, tratando de relajarse del susto sufrido. Miro el reloj, y comprobó que marcaba las 3.29 hrs., de la madrugada, faltaba solo un minuto para las 3.30hrs. Estaba claro que así no podía seguir conduciendo, que necesitaba descansar. Aquel había sido un aviso que tenia que tomar en serio, y no quería tentar de nuevo a la suerte. Su mujer y sus hijos le esperaban.

Durante el breve espacio de tiempo, solo unas décimas de segundo, que cerró los ojos, habían tenido un extraño sueño que apenas si recordaba, pero que le había dejado un regusto amargo en la boca.

Suspirando, cerro los ojos, mientras su mano acariciaba la medalla de la Virgen del Carmen que colgaba de su cuello, y en algún lejano campanario, daban las 3.30 hrs., de la madrugada.

Una sonrisa se dibujo en sus labios, cuando en el inicio del sueño que empezaba a invadirle, vio a un individuo salir corriendo dando grotescos saltos, de un espejo que acababa de romperse, mirando aterrado a todas partes, mientras movía los brazos frenéticamente, intentando luchar contra lo desconocido, huyendo como alma que lleva el diablo. Aquello le pareció tan cómico que no pudo por menos de sonreír.

Sintió como un placido sueño se apoderaba de su mente, y su espíritu se relajaba; y así se durmió, con la medalla en la mano, que por un instante pareció relucir, cobrar vida propia reflejando una sonrisa en la imagen.

No hay comentarios: