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DOS PERSONAJES DE LA CORTE QING

Artículo extraído de la página Yekibud.es
Por Isabel Ubach

Yekibud Yekinabud siente una peculiar atracción por Oriente: su nombre está extraído de la tradición persa, en Shen y la tienda de besos, los detalles y toques chinos y japoneses no pasan desapercibidos y los temas orientales son frecuentes en este blog.
Durante el siglo XIX, la apertura de fronteras permite que lleguen a una Europa ávida de novedades con temas, motivos y técnicas nunca antes vistas, radicalmente diferentes y que se absorben rápidamente. Todo es nuevo, desde los puntos de vista a los formatos, de las amplias superficies de color al acentuado decorativismo, de la visión de la naturaleza a la libertad compositiva.
La especialista Isabel Ubach analiza los trajes de un par de maniquíes originarios de la China imperial, en un paseo por la iconografía y los simbolismos del lejano Oriente. El siguiente texto es una traducción y adaptación de un artículo aparecido originalmente en inglés y catalán en el último número de la revista digital 
Datatèxtil, que incluye otros artículos también muy interesantes sobre las relaciones entre la industria textil y el diseño, la ilustración o la arquitectura. Se la puede descargar gratuitamente.
Le agradecemos a la autora y a la dirección de la revista por permitirnos compartirlo.
Las ilustraciones de esta primera parte del artículo están extraídas del álbum 
Cien retratos de personajes de la Ópera de Pekín, de artista desconocido, realizado a finales del siglo XiX, principios del siglo XX, durante la dinastía Qing, que se encuentra dentro de la colección del Museo de Arte Metropolitan de Nueva York (MET).
DOS PERSONAJES DE LA CORTE QING
Por Isabel Ubach
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El Asia Oriental
Desde occidente se tiende englobar y poner en el mismo conjunto a grandes núcleos de civilizaciones tan diversas como Persia, China o India, todas ellas con una individualidad cultural, histórica y geográfica muy compleja como para ponerlas en el mismo conjunto.
Un ejemplo es la China, la cual tiene una historia de más de dos mil años de antigüedad. A Beijing (Pekín) y Guangzhou (Cantón) más tarde se le sumó el Turkestán, Mongolia, Manchuria, Tíbet (desde el siglo XVII), y finalmente, Japón, Corea y Vietnam, sin olvidarnos de algunas zonas más apartadas. Un amplio territorio que se convierte en un imperio multiétnico con una gran área de influencia a partir del 221 aC.
Para incluir o excluir estos países o regiones se valora la organización histórica de estados, las corrientes culturales, las formas de organización social, el uso de los palillos para comer (el Tíbet quedaría al margen) y la escritura china. Estos valores culturales comunes, basados en el confucianismo y el budismo, a los que suma además el taoísmo en la China, el sintoísmo en el Japón y el chamanismo en Corea, coinciden en la relación entre hombres, espíritus y fuerzas naturales.
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Los maniquíes
Estos maniquíes llegaron al Museu Tèxtil de Terrassa (CDMT) como legado de Lluís Tolosa Giralt (muerto en 1973), importante coleccionista de aficiones viajeras y artísticas, que consiguió reunir un importante conjunto de indumentaria femenina y masculina, además de relojes, pinturas, esculturas, cerámicas, porcelanas, minerales, cristalería y devocionarios, que adquiere tanto dentro como fuera de España.
El CDMT conserva un total de 525 piezas procedentes del Asia oriental, la China y el Japón. Son piezas grandes, fragmentos de tejidos, zapatos, tres abanicos y estos dos maniquíes. La mayoría de objetos van desde el siglo XV hasta principios del siglo XX.
¿De dónde han salido?
Aunque no es posible afirmarlo con seguridad, todo para parece indicar que el origen de los maniquíes se encontraría en la provincia de Cantón, donde se hacían la mayoría de las piezas para exportar conocidas como “chinas”. La otra posibilidad es que procedan del mismo taller de la corte real de Beijing, donde estaban acostumbrados a realizar este tipo de vestimenta y su codificación.
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¿Cuál era su función?
Desde el siglo XVI es habitual encontrar retratos en dos dimensiones y sobre seda del emperador. Pero la escultura, en general, en esta parte de Asia oriental, nunca ha gozado del reconocimiento que se merece. A los escultores se los consideraba como artesanos al servicio de la colectividad y de los rituales. Una hipótesis poco probable es que hayan llegado a Europa para ilustrar, instruir y explicar las tradiciones, costumbres, cultura y religión de la corte china a los jesuitas, antes que ellos se trasladen a realizar su labor misionera a la China.
Más probable es que debido a la influencia que ejerció el Asia oriental, y concretamente la China, en la Europa de finales del siglo XIX, por medio del colonialismo de Francia e Inglaterra, estas piezas llegasen aquí como una muestra de la corte china exhibir en las primeras Exposiciones Universales. En la Exposición Universal de Barcelona de 1888 está documentada la presencia de unos maniquíes japoneses que formaban parte de una exhibición de la tradición cultural del Japón. Esto hace pensar que los nuestros también podrían haber estado, o que nos llegasen provenientes de otra exposición universal, probablemente París o Londres. Así los podría haber adquirido posteriormente Lluís Tolosa Giralt.
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¿Quién los hizo?
Seguramente fueron los escultores, artesanos y bordadores de la misma corte Qing, que conocían los materiales y la iconografía a la perfección. Esta idea se puede constatar por la preciosidad y detallismo con la que están hechos; los materiales son de mucha calidad: el cuerpo, la cara y los antebrazos (articulados a las espaldas) son de barro crudo de color gris, recubiertos con una fina capa de papel, pintado con acuarela con el tono rosado de la piel y repintado posteriormente. La parte no visible de los brazos y las piernas son de madera; las uñas son naturales y están enganchadas y el torso está forrado con ropa. El personaje masculino lleva aplicados cabellos naturales. Pero es una hipótesis sin constatar.
¿Qué son estos maniquíes?
Parece que están hechos como una imitación de la realidad, por alguien que ha visto a estas personas y que conoce su iconografía, indumentaria y la cultura. En un primer momento, puede que nos parezcan que sean un emperador y una emperatriz de la China de la dinastía Qing (1644-1911). Es necesario estudiar la evolución de la indumentaria de la corte para acabar de concretar quiénes podrían haber sido.
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La iconografía en la China
Los motivos decorativos chinos, desde la antigüedad, provienen de la naturaleza. La religión los adopta como símbolos y la corte se apropia de estos diseños. En cierto momento se popularizan, vuelven al pueblo, que es quien los fabrica, y a la naturaleza, que es la que los ha generado. Diseños y colores se relacionan con determinadas fiestas, como la mariposa con el casamiento y la primavera. La flor de loto y las peonías acompañan en muchas ocasiones a la esvástica. La literatura china del período Tang (618-906) sirvió de inspiradora en períodos posteriores y en países vecinos como el Japón (una influencia que también volverá matizada, ampliada y enriquecida a China).
Los motivos se pueden clasificar en tres grupos: como metáfora, metonimia o rasgos identificativos y símbolos estereotipados. Esta clasificación ayudará a entender la complejidad del tema.
Empezamos a encontrar representaciones florales individuales en la China durante ladinastía Song (960-1271). Durante las dinastías Yuan (1279-1368) y Qing (1644‑1911) impera la austeridad con mucha carga simbólica. También llegan las influencias persas y del este asiático a través de la Ruta de la seda, como son las flores imaginarias hosoge karakusa; los símbolos de buena suerte relacionados con elementos mágicos del taoísmo o los cinco colores; o los símbolos que representan los cinco festivales estacionales, que surgieron del calendario de la corte china y que después fueron adoptados por el Japón. Estos incluyen plantas y animales como la peonía, el ciruelo, la mariposa o el murciélago. A finales del siglo XIX se crean catálogos de diseños.
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Simbología de flores y árboles en la China
La poesía con sus imágenes y, sobre todo, los festivales anuales ligados a las estaciones del año son los que marcan la simbología floral. Estos rituales tenían la finalidad de hacer frente a las influencias malignas que se creía que generan enfermedades. El árbol está vinculado al cosmos en la mayor parte de las culturas. El árbol de la vida es el árbol central: su savia es el rocío celestial, sus frutos hacen al hombre inmortal. El árbol de la ciencia en la China se relaciona con la figura de la unión del yin y el yang y el retorno a la unidad. Simboliza el ciclo de los muertos, los renacimientos, la inmortalidad de la vida y de la regeneración en su sentido dinámico. Estas influencias acaban formando parte también de la vestimenta de la corte china que —sin tantas capas— refleja una codificación cada vez más simplificada. El vestido es el cosmos.
Antiguamente el simbolismo de una flor, como representación del árbol, estaba asociado a cualidades y virtudes humanas y divinas, atributo iconográfico de dioses e inmortales, así como de los diferentes ciclos y aspectos de la naturaleza. La generalización de su uso en la decoración arquitectónica de tumbas y palacios tiene lugar a partir del desarrollo del budismo en China.
Las más representadas han estado las asociadas a las cuatro estaciones y los cinco festivales para expresar el paso del tiempo y observar la magia de los paisajes.
A la primavera le corresponde la peonía, el iris y la magnolia; al verano el loto; al otoño el crisantemo; y al invierno la flor del ciruelo. Los meses también son representados con flores: enero por las flores del ciruelo, febrero por flores del melocotonero, marzo por peonías, abril por la flor del cerezo (blanca o rosa), mayo por magnolias, junio por granadas, julio por flores de lotos, agosto por flores de membrillo, septiembre por malvas, octubre por crisantemos, noviembre por gardenias y diciembre por amapolas. Este esquema se usó, con variaciones según la latitud y el clima, hasta la estilización simbólica que se fue aplicando en los últimos años del siglo XIX e inicios del siglo XX.
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La iconografía aplicada al tejido y a la indumentaria de corte
El inicio del arte de la seda se cree que data del neolítico (5000‑4000 aC), cuando los bosques de morera, donde crece el gusano que da la seda, eran lugares para comunicarse con las divinidades. En la China, la seda fue, durante muchos siglos, el soporte del arte, donde pintura, poesía y caligrafía son vistas como un único concepto artístico. También influyó sobre otras expresiones artísticas como la cerámica. A través de estas artes, los diseños vegetales pasaron a la vestimenta.
Los tejidos se veían como obras de artes, más que un producto manufacturado.
El emperador Huizong (1101-1125) estableció el característico género pictórico que tenía a las plantas y a las flores como motivo principal, pero que también aparecía en la decoración de cenefas. Consideró un nuevo simbolismo de ciertas flores y promocionó la demanda de piezas de ropa donde se la representaban en dimensiones reducidas composiciones de los pintores más famosos, junto a otros motivos, especialmente pájaros y flores.
Simbología en la indumentaria de los maniquíes
En la China, desde la antigüedad, los tejidos, los colores, los motivos decorativos y los complementos de la indumentaria estuvieron totalmente codificados, con el fin de que las personas (el emperador, los funcionarios civiles, los militares, los letrados, las concubinas, los actores y los religiosos e incluso los niños) fuesen identificables tanto social como profesionalmente.
En rasgos generales, se puede decir que los personajes de la corte nunca se representan sin ningún tocado en la cabeza ni el calzado, las prendas no marcan la anatomía y las vestimentas se componen de diversos elementos que se superponen unos a otros.
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Indumentaria masculina
El emperador Xienlong (1736-1795) acentuó el carácter de diferenciador social de los vestidos. Al emperador y a la emperatriz se les reservó el derecho a llevar el vestido del dragón, que se usa en grandes celebraciones rituales y el día de año nuevo. Está formado por varias túnicas, siendo la del exterior la que recoge el simbolismo imperial. El emperador lleva el dragón de cinco garras o lung, saliendo de las aguas y jugando con la piedra de la inmortalidad. Por su parte, en el vestido de la emperatriz está elfenghuang o ave fénix. El vestido era imaginado como si fuese el universo, Aparecían los cinco colores, las nubes, el mar, las olas y una montaña en cada una de los cuatro puntos cardinales. Además, estaban los nueves dragones con una perla que forma parte de los ocho tesoros budistas (en nuestros personajes no salen todos), los pa an hsien, emblemas taoístas de los inmortales, y otros símbolos de buena suerte o pa-pao, que en los maniquíes tampoco aparecen todos.
Estos motivos se hacen más frecuentes a partir de la dinastía Ming, tanto en los vestidos imperiales como en los de los oficiales. Se pensaba que el vestido y el que lo llevaba se transformaban en el universo. La familia imperial, los condes, los duques o los marqueses llevaban los mismos emblemas, pero, con el dragón era cuatro garras. Estaba en el pecho o en los brazos, de perfil. La ropa tenía un color según su categoría. En el caso de estas figuras, pudiera corresponder al segundo príncipe o al tercero.
Las insignias imperiales estaban hechas con oro y se bordaban antes que el sastre cortara las piezas. La cabeza iba siempre tapada con un sombrero en el que había una piedra semipreciosa, que variaba según la categoría. Aquí, la perla del sombrero no ha llegado, por lo que no se puede constatar la categoría dentro de la familia imperial del personaje masculino. Aunque la Qing es una dinastía foránea, se apropió de la cosmología de los colores de la dinastía Han: amarillo, blanco, rojo, negro y turquesa.
Los doce símbolos están extraídos del Libro de los rituales, uno de los clásicos atribuidos a Confucio. Las distinciones de los funcionarios eran una placa cuadrada cosida que permitía cambiarla cuando se los promocionaban. La que no se modifica nunca es la categoría imperial. Durante la dinastía Qing (a partir de 1759), los funcionarios del status más elevado podían llevar también estos vestidos o pufu, si bien el tejido, el color y los motivos decorativos no eran los que pertenecían a sus rangos.
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Indumentaria femenina
Según el código correspondiente a su categoría, las mujeres de la familia imperial (duquesas, condesas, marquesas) podían llevar el color rojo —nuestra figura tiene el color salmón— con los emblemas de su categoría. Generalmente, se combinaba el largo de las túnicas con el uso de faldas plisadas hasta los pies, muy amplias, que no insinúan las curvas del cuerpo. El código prescribe vestidos específicos, tanto los ceremoniales y los habituales, para la reina y las esposas o madres de los funcionarios de siete rangos. El vestido ceremonial incluye vestidos de buena suerte y piezas de luto. En el casamiento, el funeral y el aniversario se visten de acuerdo al estatus. Los funcionarios, agentes y trabajadores tenían prohibido usar materiales de alta calidad, como la seda y la lana fina, y decoraciones con perlas, jade, oro, plata, piedras preciosas y otros valiosos materiales. Para el vestido de diario había diversos estilos. Con las diferentes estaciones del año también varían los materiales y los ornamentos, como por ejemplo los sombreros y las diademas. La emperatriz viuda, las reinas y las concubinas imperiales de alto rango lucían hojas de centáureas, imágenes de dragones y los caracteres chinos Fu (bendición) y Shou (longevidad).
Sobre la ropa interior se colocaba una chaqueta sin mangas (con relleno o recta) del mismo largo que el abrigo. Al final del reinado Guangxu, las piezas de vestir exteriores superiores llegan más allá de las rodillas. En el período Qing se mezclan las tradiciones Han con las de los manchúes, dinastía extranjera proveniente del norte. Sustituyendo las antiguas y complicadas blusas y faldas, se adoptaron el qizhuang(vestido de abanderado), que es la clase de pieza que tiene nuestro maniquí, elxeongsam o abrigo corto, y una falda o unos pantalones conjuntados con la chaqueta decorada con bordados o aplicaciones.
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Personaje masculino de la corte
Lleva la cabeza afeitada, menos el círculo alrededor de la coronilla. El pelo lo lleva recogido con una trenza ligada con un cordel rojo, que llega hasta la cintura. Lleva bigote, tipo mostacho, y perilla, hechos con cabellos naturales.
El sombrero, yamen, imprescindible en la corte china, tiene forma cónica, fabricado con bambú y decorado con un fleco rojo, con algo parecido a una perla en la parte superior. Esta clase de sombrero, originario de las planicies de Xandong y Xixuang, era para el verano. Usado por la corte manchú entre el 1875 y 1900, lo llevaban sirvientes, suboficiales y asistentes de oficinas gubernamentales.
Vista frontal maniquí masculino
Vista frontal maniquí masculino
La ropa interior es una camisa y unos pantalones de lino crudo. La blusa de damasco de seda de color azul está muy descolorida. Es larga hasta la rodilla, con decoraciones en forma de cenefa rectilínea con crisantemos estilizados, esvástica, flores de cerezo y flor de melón. Está cordada en el costado derecho con botones y tablillas de seda negra.
El sombrero o yamen.
El sombrero, yamen, del maniquí masculino
La casaca es un xifu o vestido semiformal, de satín de seda marrón oscuro, larga hasta los tobillos y con mangas de pezuña de caballo que tapan las manos. Es abierta de los costados hasta la altura de las rodillas y se ata con una tablilla de seda y un botón dorado en cada costado. Está bordada con seda y láminas de oro enroscadas a un hilo de seda. En el centro del pecho hay un dragón turquesa con una perla dorada en la boca, figura que se repite a media altura de la espalda, rodeada de nubes blancas, rosa pálido y verdes, encerrada dentro de un círculo. En las mangas aparece un dragón de perfil con cuatro garras. Hay en cada lado de las caderas dos dragones volando, de perfil y encarados entre ellos. A la altura de las rodillas hay cuatro montañas, rodeadas de nubes, olas y agua.
Fig. 2
La casaca, xifu, del maniquí masculino

Fig. 3
Detalle del puño en forma de pezuña del xifu masculino

Fig. 4
Detalle del cordado de xifu masculino
La decoración se acaba en la parte inferior con una serie en color de las líneas del Universo (amarillo y dorado, salmón y rojo, blanco, azul y verde), perlas de los tesoros budistas y flores de ciruelo estilizadas.
La chaqueta corta es de color amarillo seda y llega hasta la cintura, con mangas amplias hasta el codo, abierta al medio y atada con tres tablillas de seda y botones dorados. A la altura del pecho y hasta la media espalda lleva bordado el medallón del dragón de cuatro garras con la perla en el cuello.
Los zapatos, manchúes, son de tejido negro de algodón y con una base de plataforma. El calzado masculino eran botas de gruesa suela, que acaban con una punta amplia delantera (que permite montar a caballo), hechos de fieltro y forradas según la época del año.
Personaje femenino de la corte
Lleva el cabello en un tocado alto, sujetado con una aguja rectangular, que recuerda al de la esposa imperial. Una diadema dorada hecha con latón con imitación de perlas y de jade de color verde. El jade simboliza la pureza, el valor, la sabiduría y la inmortalidad y se lo compara con la piel femenina y recibe su nombre por el emperador Yu Huangti. En las manos lleva brazaletes dorados con forma de espiral y un abanico plegable con decoración pictórica (de un lado ramas de ciruelo y por el otro, caligrafía).
Vista frontal del Maniquí femnino
Vista frontal del maniquí femenino

Vista lateral del maniquí femenino
Vista lateral del maniquí femenino

Abanico del maniquí femenino
Abanico del maniquí femenino
La ropa interior, el doudou , está formada por unos pantalones amplios y una camisa atada a la cintura con una faja de lino de color crudo. La camisa es hasta la rodilla, de damasco de seda verde con cenefas rectilíneas con esvástica, crisantemos, flores de cereza y flores de melón estilizadas. Las mangas son amplias. Los puños son de seda negra bordada con hilo de oro y motivos de crisantemos y flores de cerezo. Está atada al costado derecho con botones de seda negra y tablillas del mismo tejido.
La falda de seda verde es larga hasta los pies, con ribetes de cinta negra bordada con flores blancas y azules de ciruelo. Los bajos también tienen bordados con decoraciones de flores de ciruelo estilizadas de color rosa pálido y magnolias o lirios.
Detalle lateral de la faldilla del maniquí femenino
Detalle lateral de la faldilla del maniquí femenino
La chaqueta es un xifu o vestido informal, que llega hasta la rodilla, confeccionada con seda de color salmón fuerte (ahora muy descolorida) y mangas amplias hasta el codo. Está abierta al costado izquierdo desde el cuello, abotonada con tablillas de tejido negro y cuatro botones dorados. Los bordados son de hilos metálicos y de seda de colores. Delante y al medio de la espalda se observa un dragón frontal a la altura del pecho, hecho con hilo de oro, blanco y azul, la perla dorada y decoraciones de nubes y lirios estilizados de cinco pétalos de colores azul y amarillo. A la altura de las caderas hay dos aves fénix de perfil y encaradas, de colores turquesa y oro, con un cetro en el pico. Debajo, vemos una montaña, bajo la cual se sitúa una cenefa con nubes, aguas y rayas (dos tonos de amarillo y oro, dos de azul, dos de verde y dos de salmón y rojo).
Maniquí femenino con casa y faldilla
Maniquí femenino con casaca y faldilla
En la espalda hay un murciélago y las mangas están decoradas con un dragón de perfil.
El calzado constata que aún subsistía la moda de los pies vendados, porque los tobillos están tapados por ropa que envuelve la caña de la pierna. Normalmente, las mujeres de la corte manchú Qing no iban con los pies vendados, aunque llevaban un tipo de calzado que disimulaba el tamaño de los pies. La suela de cerámica en forma de cuña limita la movilidad.
Zapato del maniquí femenino
Zapato del maniquí femenino
El dragón
Era una de las cuatro criaturas sagradas de los cuadrantes del Universo. Era de color turquesa. Regía el este, el verano, las estrellas y las constelaciones de Virgo, Libra y Escorpio. Desde el siglo III a.C. es el símbolo del emperador, que era el único que lo podía llevar en el vestido. Representa la omnipotencia imperial china. La cara del dragón era la cara del emperador. Ambos comparten el caminar majestuoso. La perla que lleva en el cuello representa la brillantez indiscutible de la palabra, la perfección de su pensamiento y sus órdenes. A partir de la dinastía Tang, la perla es un tesoro y simboliza la inmortalidad. El dragón tenía cinco garras, como que es el símbolo del quinto signo del Zodíaco. También el símbolo de Oriente, de la salida del sol y de la lluvia de primavera.
Detalle de la chaqueta masculina con la cara frontal del dragón
Detalle de la chaqueta masculina con la cara frontal del dragón

Detalle del dragón con la perla en el xifu masculino
Detalle del xifu masculino con dragón y la perla
Además se lo relacionaba con el agua (océanos, ríos, niebla y nubes), con la oscuridad y la humedad. Se creía que tenía la habilidad de cambiar de forma y la naturaleza de sus manifestaciones, lo que permitió a los artistas representarlo de maneras diferentes. Cuando el budismo llegó de la India a China, los dragones también asumieron los roles atribuidos a la serpiente de la divinidad naga.
Detalle del xifu femenino con el dragón frontal
Detalle del xifu femenino con el dragón frontal
El agua
Tradicionalmente, en el arte chino se la representa de forma lineal, de manera estilizada, en vez de una masa de color, como es más frecuente en Occidente, y comparte una misma forma, ya sea en los diseños sobre metales, los bordados de vestidos, las lacas pintadas aplicadas en porcelana y los dibujos de escudos familiares.
El diseño de los mares, conocido como “ola brava” o “capas de olas”, está compuesto por rayas en forma de semicírculos. Difiere de la representación del agua de los ríos y lagos, que se hace con líneas serpenteantes.
Normalmente, se intercala un espacio considerable entre el agua y los otros motivos como plantas, pájaros u objetos artificiales. Se acostumbra a representar plantas flotando en el agua, como crisantemos o flores de cerezo. Más común es la representación de la espuma y olas altas, a modo de espray, llamada “mar áspero”.
En el período Tang (618-906) se empiezan a colocar criaturas monstruosas en el mar. A partir de la dinastía Ming se añadieron las líneas de cinco colores.
Detalle del xifu masculino con las olas del mar, nubes y colores del universo
Detalle del xifu masculino con las olas del mar, nubes y colores del universo
Las nubes
Son uno de los elementos más representados. Muchas convenciones en los dibujos de diseños japoneses de nubes tienen precedentes chinos. Este estereotipo incluye la elaboración de las formas curvilíneas y los fondos de los diseños de nubes empleados en las vestimentas de seda femeninas. Pero pocas veces se representan como un estudio de la realidad, del tiempo o de la atmósfera. Se dibujan estilizadas representando cinco cosas diferentes: la primera, como símbolo religioso de las tradiciones budista y taoísta; segunda, como auspicio de los cinco colores —que se usan también en Japón— de acuerdo con las antiguas nociones de la estructura del Universo: rojo, amarillo, azul, blanco y negro. Tercera, como fondo de otros diseños como los dragones, que aquí es el caso; cuarta, como fondo de diseños con o sin otros dibujos; y quinta, como elemento pictórico divisorio.
La montaña
Una única montaña vertical representa la unión del reino celestial, el terrenal y el inframundo. La montaña Penglai-shan es el paraíso del este, donde están los inmortales taoístas. Encarna y reafirma el papel del emperador como hijo del cielo.
Detalle de la montaña en el xifu femenino
Detalle de la montaña en el xifu femenino
La esvástica
En el este de Asia se relaciona con el budismo y se considera un símbolo emblemático de buena suerte. Parece que su origen es la cruz de cuatro brazos, de los cuatro puntos cardinales y de la tierra que gira, y que genera una espiral del movimiento del giro cíclico lochu. Se encuentra en objetos y edificios budistas, también en el cristianismo y en otras religiones y culturas. En chino, es el signo del número diez mil, que es la cantidad total de seres. También se la usa en muchos contextos no religiosos. La encontramos en diseños de tejidos, patrones en papel artesano, objetos de metal y lacados. Aparece frecuentemente en los trajes de los guerreros y en la vestimenta de las cortesanas.
Esvásticas en la camisa femenina de damasco verde
Esvásticas en la camisa femenina de damasco verde
El ave fénix
La tradición dice que el muy reverenciado fenghuang (feng, masculino y huang, femenino) es andrógino y de color rojo cinabrio. Tiene la cabeza de una gallina, el frente de una golondrina, les orejas de un hombre, el cuello de una serpiente, el torso de una tortuga y la cola de un pez. Los cinco colores de las plumas de la cola representan las cinco virtudes y los puntos cardinales (incluido el centro), las cinco partes del cuerpo y las cinco cualidades humanas (la cabeza, la virtud; las alas, el deber, el pecho, la humanidad y el estómago, la veracidad). Solo aparece en la Tierra en momentos de paz, prosperidad y gobierno benevolente. El resto del tiempo permanece escondido. También se lo relaciona con la inmortalidad y la resurrección de la llama purificadora. Al igual que en el unicornio, se unen en él las dos cualidades primarias del yin y el yang. Se lo asocia al sur, al verano y es el símbolo de la belleza femenina. También representa la comunidad matrimonial. Por eso se lo encuentra en los vestidos de la emperatriz, en color dorado y turquesa y con una pluma de pavo real en la cola.
A partir de la dinastía Han se lo vincula con la figura de la emperatriz. Forma pareja con el dragón, propia del emperador. Se creía que paría solamente en la copa de la paulonia y que su dieta se limita al bambú.
Detalle del xifu femenino con el ave fénix
Detalle del xifu femenino con el ave fénix
Para los budistas y taoístas, el ave tenía la función de montura y mensajero de algunos de los inmortales, los sennin. Su representación fue muy importante durante el reinado de los Tang (618-906) y se también se lo encuentra en las cerámicas Ming y Qing. No hay que confundirlo con el faisán, el cual se asocia con la mala suerte, aunque era un pájaro muy apreciado. El ave fénix que vemos aquí es una insignia de oficial de segundo grado.
Detalle del xifu femenino con el ave fénix
Detalle del xifu femenino con el ave fénix
El murciélago
El Fu es un animal de buena suerte en todo el Asia oriental (en chino su nombre significa “suerte” o “felicidad”). Los taoístas creían que al poder mantenerse con la cabeza hacia abajo, estaban en condiciones de adquirir la clave esencial que volvía a los animales blancos y los hacía inmortales. También pensaban que tenían una vida muy larga. Más reciente es la creencia que es un símbolo de la expresión del deseo de buena suerte y larga vida. Se los representa de una manera estilizada, de una forma muy parecida al de un cetro.
Detalle de la espalda del xifu femenino con el muerciélago
Detalle de la espalda del xifu femenino con el murciélago
Mariposas
Son muy apreciadas por los chinos y japoneses, que ven en ellas las almas de los vivos y de los muertos. Es la alegoría de la metamorfosis por las diferentes formas que va adquiriendo. El capullo contiene la potencialidad del ser y el insecto que surge es el símbolo de la resurrección. Personifica la alegría y la larga vida. Se la representa combinada con otros motivos, como flores o pájaros, frecuentemente en grupo que alcanzan los centenares. Su presencia en las decoraciones se explica como deseo para la felicidad conyugal o para que la pareja renazca junta después de la muerte.
Hubo períodos, como el Tang o el Ming y, por imitación de ellos, el Qing, en donde las representaciones eran más realistas y delicadas. Lo más habitual es que aparezcan de manera estilizada. Cuando encontramos este tipo de diseño en las pinturas, adquieren una brillantez, que recuerdan ejemplos del Pop Art.
El crisantemo
Se le atribuye la propiedad de curar estados nerviosos, la embriaguez y la debilidad. Según la tradición taoísta, existió un “Valle de río dulce”, donde sus habitantes viven muchos años, porque bebían su agua, donde una vez cayeron flores de crisantemo. Una leyenda posterior habla de un chino que pintaba símbolos budistas sagrados sobre los pétalos de esta flor, que al borrarlos el rocío, se convirtió en el elixir de la eterna juventud. Con el paso del tiempo, esta flor acabó siendo muy apreciada por su belleza y elegancia, hasta el punto de ser incluido como uno de “los cuatro caballeros”. Los chinos atribuían cualidades humanas a las plantas. El crisantemo representa las virtudes de entereza y resistencia. También es un símbolo de reclusión, asociado a los hombres o poetas que se retiran a las montañas. Es además una planta medicinal (diversas variedades se usan en fitoterapia para depurar el cuerpo, tratar la fiebre, los problemas de hígado y las enfermedades de ojos). Por ser un símbolo solar, se lo representa en una disposición regular y estilizada con treinta y dos pétalos en forma de rayos. Es la flor del otoño. Fonéticamente, se parece a la palabra que significa “largo tiempo”, y por eso en China y Japón es el símbolo de la larga vida dorada. En la tradición china se lo relaciona con las actividades de la escritura poética y el beber vino en los retiros espirituales en las montañas. Por eso frecuentemente se lo representa en vasos y se lo menciona en poemas. En cerámica sirve como uso decorativo, enmarcando el tema principal y formando un conjunto con las otras tres plantas nobles: el bambú, el cerezo en flor y la orquídea.
El ciruelo y su flor
Fue introducido durante el período Nara (710-794). La flor de ciruelo es muy citada en la poesía. Alabada por su dulce perfume, por la delicadeza de su aspecto. Se evoca el momento de su florecimiento, que es al final del invierno. Durante el período Heian (794-1185), donde toma relevancia la preocupación por la trascendencia de la vida, se reorientó los cánones de gusto, desluciendo el significado poético de las flores de ciruelo y de las hojas de arce. Nunca volvió a recuperar el estatuto anterior en poesía. En cambio, en el arte japonés vivió un renacimiento a partir del período Song (960-1279). La imagen poética relaciona la flor de ciruelo con “los tres amigos del frío” (el ruiseñor, el pino y el bambú). Juntos forman el grupo de “los cuatro caballeros”. La flor de ciruelo, la orquídea, el loto y el crisantemo son “los cuatros amados”. Con la canela, el crisantemo y el narciso forman el grupo de “los cuatro nobles”. También se lo asocia con otros símbolos de larga vida, como el pino. Los taoístas lo vinculan con los inmortales. Se confunde a la ciruela con el melocotón y la naranja. Como el primero, es un sinónimo de amistad. Por otro lado, la flor del ciruelo tiene connotaciones sexuales, como la pérdida de la virginidad femenina. Se vincula al ciruelo con poetas y aprendices. Lo representa con el hielo frágil, que se rompe. Los cinco pétalos de la flor simbolizan los cinco dioses de la buena suerte. En épocas más recientes, se la asoció a las cinco nacionalidades de China (mongoles, chinos, manchúes, musulmanes y tibetanos). También se corresponden con las cinco direcciones del mundo, incluyendo el centro. Cinco es el número sagrado, pues cinco son los colores básicos, cinco los elementos (madera, fuego, tierra, metal y agua). También cinco son las notas musicales, los uniformes, las especias, los tipos de animales y las relaciones humanas. Cinco son los libros clásicos. Los bienes también son cinco (riqueza, larga vida, paz, virtud y salud), como las cualidades morales (humanidad, sentido del deber, sabiduría, confianza y buen comportamiento ceremonial) y las cosas puras (luna, agua, pino, bambú y ciruelo).
Detalle de las flores de ciruelo en el xifu femenino
Detalle de las flores de ciruelo en el xifu femenino
La flor de melón
El término genérico, en chino y en japonés, engloba a los melones de almizcle y a las sandías, originarias de Asia central, que fueron llevadas al este por la ruta de la seda, junto a otros vegetales como los rábanos y los pepinos. La apariencia del melón no es simbólica. En la China contemporánea se representa —readaptada desde Japón— de una manera esquematizada, como un círculo, con rayas, que representan a los cortes. En este contexto, la flor de melón aparece sola o acompañando otros frutos, flores o insectos. El diseño puede simbolizar la decadencia, la soledad y la paz. A veces se la puede confundir con flores de crisantemos o flores de cerezo muy estilizadas e inscritas en rombos.
La magnolia
La magnolia es un árbol que está siempre verde y que puede alcanzar más de diez metros de altura. Fue muy apreciada en la antigüedad por chinos y japoneses. Su propiedad y cultivo se reservó al emperador, como un símbolo de perennidad. A veces el árbol aguanta un espejo sagrado o una placa redonda donde está representado un santuario. Simboliza la belleza y la dulzura femenina.
El lirio
Tiene un origen occidental, aunque en la China y en el Japón adoptaron otros significados. Según su simbolismo recibe diversos nombres: lirio de día, nenúfar, azucena, flor de lis o iris silvestre. Puede ser un amuleto para las mujeres embarazadas que quieren descendencia masculina. Es un símbolo de devoción filial. Por su forma fálica tiene connotaciones eróticas. Sus flores se abren al alba y se marchitan en el crepúsculo. Algunas especies de lirio de día son comestibles y se sirven en sopa o salteados. Tiene propiedades medicinales. Quizás por eso los niños la utilizan para expulsar los espíritus de los demonios en las celebraciones tradicionales. El iris también se conoce como “dulce bandera”. Está muy presente en la poesía en el arte. Crece salvaje en las orillas de los ríos y en zonas pantanosas, aunque también se cultiva. Alcanzan los treinta centímetros.
Detalle de la chaqueta con los colores del Universo
Detalle de la chaqueta con los colores del Universo
Conclusión
El tipo de vestimenta, los bordados hechos directamente sobre el tejido (y no cosidos) y la presencia del dragón de cuatro garras indican que son personajes de la nobleza imperial y no funcionarios. El color del tejido apunta a que podría ser el segundo príncipe, aunque hay algunas incongruencias si se piensa que los maniquíes fueron hechos para exportación y que hay detalles de los símbolos en los que el bordador no fue lo suficientemente. Al tampoco saber cuál era la piedra semipreciosa que estaba en el sombrero, otra opción sería que corresponde al tercer príncipe, hermano deXuantong/Puyi (el último emperador de la China) y su esposa. Una datación más exacta sería posterior a 1875, cuando se realizó el último edicto de codificación de vestimenta.
Las fotografías son de Quico Ortega.
Isabel Ubach: Es historiadora del arte y especialista en la sociedad y cultura del Lejano Oriente

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